jueves, septiembre 28, 2006

Las Cuartetas

-Paula está embarazada, dijo Stu.

-Dejate de joder... o, mejor dicho, no dejes que te joda, la conociste anteayer.

-No, no. Esa fue Maite. Paula es la del café de Palermo. Vos la conociste en Gibraltar el otro día, ¿no te acordás?

Intentó describírmela: morocha, petisa y fuma como turco.

-Eso describe mínimo la mitad del país, huevón.

No bien le dije, tuve que agacharme para evadir el plato que el mozo había tirado desde el mostrador. Golpeó estrepitosamente y creo que si no fuera por unos hilitos de muzza que se pegotearon a la mesa, se habría caído al suelo.

-¿Ves lo que pasa cuando comés en un restaurante?

Hacía nueve países y cinco meses que Stu no había comido en un restaurante. Se jactaba de alimentarse sólo con comida de la calle: anticuchos, churros, papas rellenas, panchos, choripanes, empanadas, sopapillas, maní confitado, patynesas, salchipapas, lo que fuera. Hasta probó un sándwich de potito saliendo de la cancha de Colo Colo.

-El ají chileno yo muy gusto, dijo en castellano.

Dos litros y cuatro muzzas después, volvió al tema de la embarazada.

-Me quedo, dijo resuelto.

-Y ¿qué vas a hacer? ¿Cómo vas a vivir?

-No sé. Enseñar inglés. Hacer cualquier cosa. Pero me quedo, y punto.

-Pero ¿qué decís? ¿Te volviste loco? ¿Estás seguro que es tuyo? ¿Estás seguro de que está embarazada?

Con cada pregunta que le hacía, una sonrisa comemierda se iba creciendo, hasta que su cara quedó puros dientes y arrugas.

-Es mi destino, mate, no dejaba de decir. -Y ¿sabés qué? La quiero. La recontraquiero, aunque no lo sabía hasta que me contó que estaba embarazada.

Yo había quedado en ir a Amérika con unos suecos aunque no tenía muchas ganas de salir, pero en ese momento hubiera preferido que un trava me manoseara, en vez de seguir escuchando a un australiano balbucear sobre su destino y su amor recién descubierto.

-Te juro que volví a nacer cuando me lo dijo...

-Está bien, está bien. Y, che, ¿te quedan algunas pastillas?

Stu frunció el ceño.

-Sólo quiero dos... o tres, expliqué.

-Te las doy todas.

3 comentarios:

d. dijo...

me encantó el relato, una escena perfecta.
ahora, vaya brote de responsabilidad el de stu, no?

Almirante Margarito dijo...

-¿Tenés?
-¿Querés?

Le Lycanthrophage dijo...

aaaaaaaah...