viernes, julio 20, 2007

El Desnivel

Cuando veo la pegatina de Le Guide du Routard, edición 2007 en la ventana, insisto en que vayamos a otro lugar, pero nadie me da bola.

Un mesero enorme, una reencarnación de Andre the Giant, nos coloca en una mesa en un entrepiso con techo bajo. Lo admito, estoy de mala leche, y el hecho de que estamos rodeados de franchutes y casi encima de la parilla, lo cual asegura que salimos apestando a asado, no mejora mi ánimo.

-Pero ¿qué te pasa, viejo? Stu me pregunta.

Sí, nuestro redentor trucho está de vuelta, porque, desde que Eduardo O’Malley Mallea asumió la alcaldía de la ciudad, la policía metropolitana dejó de perseguirlo. Todo el quilombo de Tierra Santa, perdonado u olvidado.

Estamos acá para festejar su retorno, de hecho, y no bien escucho su pregunta, me siento hijo de puta y, luego, un poco mejor.

Somos cuatro: el gran tano Enzo, Stu Pantokrator y Facu Floripondio, docente ad honórem de la UBA y borracho terrible. Éste pide tinto con soda mientras los demás revisamos la faja gruesa de hojas que comprende la carta del restaurante.

El mesero gigante, con una sonrisa sarcástica, nos apresura a pedir y Stu, sin vacilar, pide dos provoletas, dos choris, dos morcillas, dos bifes mariposa, una ensalada y dos porciones de papas fritas. No dudo que los cuatro podemos comer todo eso, pero soy consciente de mis bolsillos vacíos: ahora llevo casi un año sin laburar, se esfumaron mis ahorros, y estoy atrasado unos meses con el alquiler. Le recuerdo a Stu de mi sequía, pero me dice que no me preocupe.

-Los invito a todos, dice.

-¿Descubriste una mina de oro en la sierra cordobesa, o qué? bromea Facu.

-No, no es eso, dice Stu, sonriendo y corre la cremallera de su campera. Debajo, tiene puesto una remera amarilla que proclama, en letras mayúsculas negras: JUNTOS LO PODEMOS LOGRAR.

-¿Cuál será el antecedente del pronombre ése? pregunta Facu.

-Ni puta idea, dice Stu. Pero digamos que este lema es el fuente de mis ingresos.

Ahora me acuerdo la escena beatífica en Tierra Santa, cuando Stu repetía “Junto lo podemos lograr.” Y luego sucedió una cosa curiosísima: su presencia en Crónica, antes constante, se hizo nula, mientras los demás canales de la capital repitieron las imágenes del episodio por semanas seguidas. Y luego, sin explicación cualquier, esa frase insípida aparecía pintada en murallas a lo largo de la ciudad, desde Barracas hasta Villa Urquiza.

No se sabe el momento exacto en el que adoptó Eduardo O’Malley Mallea la frase como el eslogan oficial de su campaña, pero estoy casi seguro que coincidió con el fracaso de su club de fútbol de subir a Primera.

Ahora capto porque Stu prefiere esconderse entre extranjeros.

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